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La Navidad que Cultivamos 1
Durante varios años, Tomás hizo algo que sus vecinos no entendieron
La Tierra que Espera
Erase una vez tierra cansada y sola, quemada por químicos y olvidada bajo máquinas que nunca la escucharon.
Se volvió gris. Hueca. Sin esperanza.
Hasta que llegó Tomás.
No trajo herramientas ni promesas rápidas: solo sus manos vacías y un corazón dispuesto.
Se arrodilló y susurró:
«Te voy a esperar. El tiempo que haga falta»
Nadie entendía por qué sembraba árboles lentos, por qué cuidaba espacios «inútiles».
Pero Tomás sabía un secreta: la tierra no estaba perdida… solo estaba esperando amor.
Cada mañana, junto a su hijo Daniel, hablaba al suelo como a una amiga herida:
«Hoy sembramos esperanza».
«Hoy vuelven los gusanos».
«Hoy te devuelvo un poco de vida».

La tierra respondió.
Volvió el color, regresaron las lombrices, los pájaros cantaron, las flores brotaron solas.
Hasta que un día, Daniel hundió sus manos en aquel suelo renacido y exclamó:
«¡Papá! ¡La tierra está viva! ¡Está caliente como un corazón!».
Tomás lloró.
Había conseguido algo más grande que cualquier beneficio:
había devuelto a la tierra el deseo de vivir.

Algunos amores requieren paciencia infinita. Pero cuando florecen, transforman el mundo entero. Esa es, también,La Navidad que cultivamos.
Queremos que sientas que perteneces a aquí. No es transaccional, es relacional. Cuando compras con nosotros, te unes a una familia. Queremos que entiendas quiénes somos. Una empresa que cree que la paciencia y la regeneración son muy valiosas.
