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La Navidad que Cultivamos 3
Dos tomates. Se ven idénticos. Pero cuando los cortas por la mitad, descubres que uno es una mentira hermosa y el otro es la verdad imperfecta.
El Secreto del Tomate Rojo
Nicolás era un niño que hacía demasiadas preguntas.
Su abuelo, paciente como la tierra, siempre respondía con historias.
Un día llegó con dos tomates idénticos: rojos, brillantes, perfectos a la vista.
«¿Sabes cuál es la diferencia?», preguntó.
Nicolás negó.
El abuelo cortó el primero: hueco, aguado, sin alma.
«Este fingió ser perfecto. Creció rápido, sin paciencia«.
Luego cortó el segundo: denso, rojo profundo, lleno de vida.
«Este es un tomate honesto. Creció despacio, superando sequías y tormentas. No es perfecto, pero es verdadero«.
Nicolás los probó.
El primero no sabía a nada.
El segundo sabía a sol, a lluvia, a tiempo y amor.
«Cuando crezcas», dijo el abuelo, «el mundo te ofrecerá cosas hermosas por fuera, pero vacías por dentro.
Aprende a buscar lo auténtico. Siempre vale más».

Años después, Nicolás sonreía como su abuelo, cortaba un tomate a la mitad, y decía:
«Porque esto no es apariencia. Esto es felicidad».
Y algo mágico sucedía: el cliente tocaba el tomate, lo olía, lo probaba. Y en ese instante, comprendía la diferencia entre lo bonito y lo verdadero.
Incluso una clienta anciana le dijo: «Primero conocí este tomate, y luego empecé a leer mejor a la gente».

La calidad se cultiva con paciencia y honestidad, enfrentando la adversidad a tu lado, buscando siempre lo mejor para tus cultivos aunque el camino sea difícil, porque cuando tu campo prospera, también lo hace nuestra razón de ser.
Esta también esLa Navidad que cultivamos.
